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SEMEN SECO EN EL TABLERO DE UN CAMIÓN
Con el amanecer llegan a Yacaré, Corrientes. La señorita
Chevrolet está dormida pensando que
Mariano es el embajador hermoso del país de los camiones. Abre los ojos y con
la toalla limpia el semen que dejó la noche en el tablero. No sabe de cuál de
los dos es. Una mezcla, seguramente. Le encanta eso, jugar con el semen de los
dos. Que los iguale alguna diferencia: tonalidad, textura, olor. Gusto. Siempre
la puso triste el semen seco. Y ahora un poco triste, bosteza, y lee el cartel
que les da la bienvenida. El semen de la noche le recuerda una curva, la ruta
quebrada. Un auto destrozado entre las ovejas. Seres colgando de hilos como
marionetas de una versión más de todo lo que está ocurriendo. Acá no se muere
nadie, dice en voz alta la señorita Chevrolet. Mariano la mira como si la
señorita Chevrolet fuera una ruta incomprensible y acelera este camión que vino
desde lejos hasta Yacaré, Corrientes, a dejar una carga y a llevarse otra mucho
más pesada.
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