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PISTAS FALSAS
Todas las pistas son falsas, piensa el detective, aún las
pistas verdaderas. Las moscas sobrevuelan la atmósfera del hotel París donde el
detective se recluye. Se le antoja que el hotel París es el mejor de los peores
hoteles de este mundo. Desde la ventana observa a los que entran en la sala de
ensayo de enfrente, sobre la calle Persia. Reconoce al negro vestido con una
túnica blanca. Qué túnica de mierda, piensa. Es el padre de la putita violada y
asesinada en las montañas de basura. Está acompañado por dos más. Uno de ellos
lleva su instrumento ¿un saxo? ¿un violín? en un estuche. El detective afina la
vista, le parece que el otro acompañante, el guitarrista, es bizco. Ensayan
durante dos horas y salen. Esto se repite todos los días. El detective hace
cuentas revolviendo la sopa de letras, las letras son números en otro idioma.
En el idioma de la razón y la verdad, razona. Llega la noche y golpean la
puerta de la habitación. Es la encargada trayéndole la cena. Una petisita,
tuerta. La imagina desnuda a caballo. Después sueña con atardeceres y
tornados.
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