jueves, 14 de abril de 2016

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MARINERO III


Después de vagar sin rumbo como un fantasma reciente, el marinero pasa la noche en un basural junto a unos chicos que jalan pegamento. El marinero también jala. Son tres chicos y dos chicas. Mendigos, piensa el marinero, pulgas caídas de la perra que los parió. Los chicos se divierten con las erres y las shs y las k latosas que pueden significar cosas en otro lugar pero que acá dan lo mismo que un gruñido. Uno de los chicos está rodeado de moscas. Y las moscas tienen caras y el marinero se da cuenta de lo drogado que está. Camina un poco, se aleja unos pasos, sube a un mueble quemado y entiende que el basural es inmenso, que fácilmente podría perderse. Imagina o ve al minotauro comer restos de algo y desaparecer. Vuelve a la ranchada. Los chicos están tapados, se mueven y se ríen y gimen. Las moscas los sobrevuelan como moscas que sobrevuelan a chicos que están tapados, se mueven y se ríen y gimen. El marinero ve en las moscas caras de gente que no conoce. Se duerme y sueña con que una de las chicas le baja la bragueta y se la chupa. La chica escupe el semen en una taza rota y se la da al chico de las moscas. Éste revuelve con un palito mientras dice unas palabras con los ojos cerrados. Un hechizo, una brujería, deduce el marinero. Cuando se despierta está solo. Tiene el pene afuera de la bragueta y una mordida de dientes chiquitos en el glande. Ya es de día y parece que va a llover.    

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