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MARINERO III
Después de vagar sin rumbo como un fantasma reciente, el
marinero pasa la noche en un basural junto a unos chicos que jalan pegamento.
El marinero también jala. Son tres chicos y dos chicas. Mendigos, piensa el
marinero, pulgas caídas de la perra que los parió. Los chicos se divierten con
las erres y las shs y las k latosas que pueden significar cosas en otro lugar
pero que acá dan lo mismo que un gruñido. Uno de los chicos está rodeado de
moscas. Y las moscas tienen caras y el marinero se da cuenta de lo drogado que
está. Camina un poco, se aleja unos pasos, sube a un mueble quemado y entiende
que el basural es inmenso, que fácilmente podría perderse. Imagina o ve al
minotauro comer restos de algo y desaparecer. Vuelve a la ranchada. Los chicos
están tapados, se mueven y se ríen y gimen. Las moscas los sobrevuelan como moscas
que sobrevuelan a chicos que están tapados, se mueven y se ríen y gimen. El
marinero ve en las moscas caras de gente que no conoce. Se duerme y sueña con
que una de las chicas le baja la bragueta y se la chupa. La chica escupe el
semen en una taza rota y se la da al chico de las moscas. Éste revuelve con un
palito mientras dice unas palabras con los ojos cerrados. Un hechizo, una
brujería, deduce el marinero. Cuando se despierta está solo. Tiene el pene
afuera de la bragueta y una mordida de dientes chiquitos en el glande. Ya es de
día y parece que va a llover.
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