lunes, 21 de diciembre de 2015

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CHINOS, MUEBLES Y FANTASMAS

Le muestro a El negro la última canción que escribí, esa que se llama Chinos, muebles y fantasmas:

“Te enamoraste una vez más del fantasma del pueblo, de seguirle tanto el rastro como  las llanuras a los coches, como la niebla entrando al bar en su rato luminoso.
Otra habitación que habla cuando vos la dejás sola, llena de secretos y cables enredados.
Una miniserie barata con alguna que otra maravilla, como cuando todavía era temprano  y jugábamos a ser chinos perdidos en América que teníamos que regresar a China  cuanto antes.
Pero siempre hay un Renault seis que nos salva cuando empiezan a moverse los  muebles interiores y ya no sabemos dónde está lo que antes seguro estaba ahí”.

El negro me dice que no la entiende. Se la explico: habla de La giganta, de El hígado, de instantes que son una neblina asiática entrando en la casa. Una habitación vacía con la última conversación rebotando en las paredes. Alguien que escribe AGUANTE RIVER  en la cueva de Altamira, Negro, de eso estoy hablando…

-No se te entiende nada- me dice.

- Habla de un Renault 6 que nos salva.

- Yo tuve un Renault

- Por eso.

- Pero no soy chino…

- Sos negro…


- no se te entiende nada… 

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