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UNA VIDA MÁS
La noche de los pantanos nos recibe de golpe, grumosa. Una
realidad fijada en el lodo, en las aguas sólidas respirando a los costados. Beso
la boca de La giganta contándole una versión de lo que nos está ocurriendo. Esa
en donde El bizco se ofrece a manejar y le digo que no, que mejor no, que mejor
siga haciendo esos movimientos raros con los dedos. Con el Dodge bien despierto
agarramos la curva de las ovejas que nos miran pasar como si ya nos conocieran.
Mientras se escabulle en la guantera, la negra culona me
saca la lengua.
Llegamos a Yacaré, Corrientes, con una vida menos. Pero eso
sí: con una vida más.
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