viernes, 5 de agosto de 2016

73

TERNURA


Tomaron la interprovincial rumbo al amanecer. Se enamoraban a kilómetros por hora. La señorita se limpiaba la sangre de la nariz con algodoncitos que iba tirando por la ventanilla. Como dejando un rastro. Como si presintiera que al final del viaje terminaría como siempre regresando sola. La desconfianza se evaporaba a kilómetros por hora cuando llegaban a Madariaga, cuando cruzaban la rotonda, cuando se besaban a kilómetros por hora. Con la primera claridad bajaron del camión a orinar frente al océano atlántico. Una al lado del otro. Dos chorritos amarillentos cayendo en las olitas que iban a morir a sus pies. Los chorritos de meo se cruzaron como si se cruzaran los destinos. Se rieron. La señorita Chevrolet vio que la pija de ella era más grande, le calculó a ojo una diferencia de tres centímetros, por lo menos. Y eso le produjo una ternura interminable. Rodaron abrazados en la frontera del mar. Cogieron como animales anfibios. Ahogados sin ahogarse. Se penetraron, se durmieron y se despertaron justo un ratito antes de transformarse en peces.           

No hay comentarios:

Publicar un comentario