73
TERNURA
Tomaron la interprovincial rumbo al amanecer. Se enamoraban
a kilómetros por hora. La señorita se limpiaba la sangre de la nariz con algodoncitos
que iba tirando por la ventanilla. Como dejando un rastro. Como si presintiera
que al final del viaje terminaría como siempre regresando sola. La desconfianza
se evaporaba a kilómetros por hora cuando llegaban a Madariaga, cuando cruzaban
la rotonda, cuando se besaban a kilómetros por hora. Con la primera claridad
bajaron del camión a orinar frente al océano atlántico. Una al lado del otro.
Dos chorritos amarillentos cayendo en las olitas que iban a morir a sus pies. Los
chorritos de meo se cruzaron como si se cruzaran los destinos. Se rieron. La
señorita Chevrolet vio que la pija de ella era más grande, le calculó a ojo una
diferencia de tres centímetros, por lo menos. Y eso le produjo una ternura
interminable. Rodaron abrazados en la frontera del mar. Cogieron como animales
anfibios. Ahogados sin ahogarse. Se penetraron, se durmieron y se despertaron
justo un ratito antes de transformarse en peces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario