miércoles, 3 de agosto de 2016

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LA SEÑORITA CHEVROLET


El detective investiga. Una madre falsa cuenta una historia verdadera acerca de un posible padre del chico de las moscas. El posible padre nació Ricardo pero fue conocido como la señorita Chevrolet, uno de los primeros travestis de González Satán. La avenida Ringo Bonavena era de tierra y escombros y la señorita Chevrolet subía a los camiones que la dejaban subir. Las tetas infladas con aceite, las piernas cepilladas. Labios fluor  recorriendo las vergas de un Scania. Hay fotos en el archivo policial. Están las cartas de amor que le escribía Mariano, un enamorado de la señorita Chevrolet. Cierta madrugada de niebla la señorita Chevrolet sube a la cabina de un camión que le hace luces y sin poder ver nada no la cogen, le hacen el amor. La acarician. La besan, cosa rara. Le abren la puerta y la dejan a la vera del camino. El camión arrastra la niebla de la felicidad rumbo a la interprovincial número 3. La señorita Chevrolet se limpia. Le duele el cuerpo como nunca, pero es el dolor más hermoso que sintió en la vida. Solamente recuerda el olor a lavanda del desodorante de ambiente de la cabina. Pasan más camiones y más pijas. Los violentos y los tristes. Le tiran piedras, la insultan. Le dicen que la aman pero le están mintiendo. La primera de las chicas que desaparece es Lidia Whiskera y no aparece nunca más. Le sigue La Mona Chita que aparece en pedacitos en los pastizales de la ruta 23. La chica Chevrolet se sabe en peligro pero siempre se supo en peligro. Por lo menos ahora tiene un sueño: encontrar a Desodorante Lavanda. Varios hombres la miran desde una camioneta estacionada. Intuye deseo y odio. Piensa que deseo y odio son palabras que pueden querer significar lo mismo. Camina hasta la otra esquina. La noche estrellada la protege. La camioneta arranca y se acerca. La noche estrellada deja de protegerla. Corre como un hombre la que siempre quiso ser mujer. Pega como un boxeador la que soñaba con ser suave. Uno de los hombres cae. Son cuatro. La señorita Chevrolet pelea como si fuera tres. La están por subir a la camioneta cuando como una estrella del cielo estrellado cae un camión. Las estrellas son arañas brillantes que se descuelgan del cielo, piensa la señorita Chevrolet sangrando en una  cabina que huele a celo, a amor, a lavanda.          

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