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BENDITA DUENDA
Las tetitas de La
Duenda se movían como aletas en el agua negra de las
maldiciones y las aguas del arroyo Las Catonas. La Duenda buceaba, sin respirar,
buscando una salida. Las duendas pueden respirar una vez cada diez años pero no
soportan nadar en maldiciones. La Duenda se iba poniendo azul
cuando miró hacia atrás, hacia donde La Giganta se ahogaba sin remedio. Se ahogaba
luchando con la maldición que le llenaba de agua los pulmones. Enredada en su
pelo tentáculos patas de araña medusa. Tragando y escupiendo. Rodeada de
tatuajes sin vida en esa tumba, su tumba, impensada. Las tetitas de La Duenda cambiaron rumbo,
vuelven para atrás, bendita Duenda. Tetas benditas. Bendito tatuaje de las
tetas de La Duenda ,
un ojo que brasea más allá del alcance de La Duenda.
Y cuando La
Giganta cierra sus ojos, el ojo tatuado mira desde ella una
escalerita que la lleva a algún lugar. Bendita escalera, ojo bendito. Bendita
Duenda que ahora flota, y flota, como una nube, como un barquito, como una
Duenda que ahora flota saliendo por un desagüe en el arroyo Las Catonas. Y vos
y una petisa la ven aparecer flotando azul, y azul es el color que toman Las
Duendas ahogadas entre maldiciones y aguas
y flotan flotando lejos, muy lejos, hacia donde quieran flotar Las Duendas con
tetitas como aletas que se ahogan.
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