miércoles, 17 de agosto de 2016

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BENDITA DUENDA


Las tetitas de La Duenda se movían como aletas en el agua negra de las maldiciones y las aguas del arroyo Las Catonas. La Duenda buceaba, sin respirar, buscando una salida. Las duendas pueden respirar una vez cada diez años pero no soportan nadar en  maldiciones. La Duenda se iba poniendo azul cuando miró hacia atrás, hacia donde La Giganta se ahogaba sin remedio. Se ahogaba luchando con la maldición que le llenaba de agua los pulmones. Enredada en su pelo tentáculos patas de araña medusa. Tragando y escupiendo. Rodeada de tatuajes sin vida en esa tumba, su tumba, impensada. Las tetitas de La Duenda cambiaron rumbo, vuelven para atrás, bendita Duenda. Tetas benditas. Bendito tatuaje de las tetas de La Duenda, un ojo que brasea más allá del alcance de La Duenda. Y cuando La Giganta cierra sus ojos, el ojo tatuado mira desde ella una escalerita que la lleva a algún lugar. Bendita escalera, ojo bendito. Bendita Duenda que ahora flota, y flota, como una nube, como un barquito, como una Duenda que ahora flota saliendo por un desagüe en el arroyo Las Catonas. Y vos y una petisa la ven aparecer flotando azul, y azul es el color que toman Las Duendas ahogadas entre  maldiciones y aguas y flotan flotando lejos, muy lejos, hacia donde quieran flotar Las Duendas con tetitas como aletas que se ahogan. 

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