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VIVIR EN UN CAMIÓN
La señorita Chevrolet y Mariano recorren el país. La cabina
del camión es su hogar. Son felices durante un tiempo. La intensidad sexual
decrece y por momentos parecen amigos o, peor aún, hermanos. Deciden dejar de
viajar y pasan un invierno entero perdidos en un pueblito perdido del sur. Si
hubiera dependido de ella se quedaban ahí para siempre. Pero Mariano es un
nómade y necesita subirse al camión otra vez. Hace unas llamadas y consigue
trabajo rápidamente. Transportar cosas de un lado a otro es la excusa para no
quedarse quieto. Discuten. La vida es esto o la vida es esto otro. La señorita
Chevrolet evita cualquier definición. Solamente resalta que su casa estará para
siempre al lado de Mariano. Se besan. Hacen el amor por última vez en ese
pueblito sureño. Mariano le dice al oído palabras inentendibles que la excitan muchísimo.
Esa noche la señorita soñará con animales y pirámides. Será uno de los pocos
sueños que recordará toda la vida. Ya en la ruta y con el sol del desierto de
frente cambian de asiento y es ella la que maneja. Algo que hacen a menudo. Mariano
le manosea las tetas blandas y le mete la mano debajo de la pollera. La
señorita cierra los ojos e imagina la ruta para poder manejar sin correr
peligro.
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