jueves, 29 de octubre de 2015

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LOS REYES LEPROSOS...

Tipo cinco de la tarde, con exactitud londinense, por la avenida Ringo Bonavena pasaba un camión llevando huesos, grasa, vísceras y otras pestilencias. Las llevaba a cielo abierto dejando a su paso  una ráfaga de olor inmundo. Iba un tipo separando, cuchillo en mano, lo que servía de lo que no, trepado a la caja. Parecía increíble que alguna de esas porquerías pudiera servir para algo. Pero ese era un misterio más de los muchos misterios que cruzaban la avenida. El negro decía que ese camión existía realmente en el mundo medieval y estaba llevando restos de un leprosario a otro. Y le hicimos una canción, esa que se llama “El camión del leprosario” y dice algo así como que “de un leprosario a otro marcha el camión por la avenida sin parar y lo observan los ancianos porque saben que los misterios también tienen el olor de los huesos y la grasa que las muchachas ya no sacan a bailar…”

La letra es mía pero la firmamos juntos con El negro. Es una canción triste que termina diciendo que todos somos reyes leprosos y que vamos a ir a parar al camión tarde o temprano. Es divertida, también. Depende de cómo se mire. 

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