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Cada vez que tengo que armar el rompecabezas la primer pieza
es alguno de los mariachis de El acantilado. La última suele ser un colchón en
el suelo del primer piso del bar El hígado. En el medio hay un huracán, un
agujero negro, un incendio. Un incendio, pienso, y ya me quema. Una parte de mi
vida se resolvió con un incendio. A veces pienso que todavía estoy envuelto en
llamas.
Todo incendio tiene un antes y un después. Todo incendio se
lleva y deja algo. Por ejemplo se llevó la casa de mi infancia y a cambio me
dejó algunas pesadillas. Se llevó a mi muñeco pero me lo devuelve, cada tanto,
en algún sueño.
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