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EL CUCO
En la plazoleta Solveig Amundsen hay un monumento
inentendible que bien pudiera homenajear a los bomberos o al cuco. Alguien se
encargó de escribirle, con la punta de
algo, el nombre de los pibes muertos por la brigada. La lista le da vuelta al
monumento y se va completando casi mágicamente. Dicen, también, que a veces
hasta se adelanta. Aparece tallado el nombre de alguien que todavía está vivo,
pero que aparecerá baleado, en una zanja, dentro de un par de horas. Eso se
dice y es difícil de comprobar. Cuando no tengo nada que hacer, casi siempre, y
estoy pasado, me pego una vuelta por la plazoleta Solveig Amundsen y releo los
nombres. Como si pasara lista en el aula de los pibes baleados. Y esos ladrones
dan el presente, dice nuestra canción. Esa que se llama: El monumento al cuco.
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