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El dogo era el capo de la brigada de la comisaría 5. Nunca
se supo a ciencia cierta cómo llegó a González Satán. Rumoreaban que un mal
embrollo de los años 70 lo trajo a esconderse en este pozo ciego del mundo. Los
otros 3 integrantes de la brigada no tenían nombre. O se hacían llamar de mil
maneras, que es lo mismo. Todos los jueves cerraban el bar El hígado y se
enfiestaban a todas las putas. Las putas odiaban los días jueves, no por
anti-canas sino porque no cobraban un mango. Una noche La giganta, una atorranta
hermosa y altísima con el cuerpo todo tatuado, harta de que la orinen y le
hagan meterse la Thunder
9 en el culo se tiró por la ventana. La giganta era una sobreviviente de las mil
y una noches así que no la iba a liquidar la altura de un primer piso. Pasó
unos meses en el hospital. El dogo, encajetado,
le llevaba flores. La giganta quería ser gato. Y pasar al modo de
invisibilidad.
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